martes, 15 de febrero de 2011

Me paso la vida contando

Uno, dos, tres... quince... veinte... treinta y dos... cuarenta.... sesenta.... ochenta. Uno, dos, tres... quince... veinte... treinta... sesenta... ochenta. Cuenta otras dos veces ochenta movimientos y ya habrás hecho las traves de calentar. Y es que me paso la vida contando, que no cantando como decía Marisol. Encerrada en el local, dando vueltas compulsivamente como hacen los hamsters en sus coloristas ruedas enjauladas. Después llega el gimnasio. Donde de nuevo sigo contando: uno, dos, tres... veinte. Tres y cuatro series de tronco superior e inferior. Hay días que sustituimos el gim por tracciones en la tablita nueva que ha "donado" Pumu. Una, dos, tres...
De nuevo en el roco sigo contando, ahora los minutos. Me tocan 30 de bloque.
Descanso 300 segundos y me empleo con las traves de continuidad, sobre todos los cantos. A veces siento perder el rumbo. Se me olvida contar y ya no sé si el 8 va detrás del 7 o me colapso en el 257. Y es que llegado este punto, me da lo mismo ocho que ochenta.
Entramos en la tercera semana y mis manos aún aguantan quince minutos sin bajarme del panel. Pero la piel me va quemando y siento como un calor que me nace de dentro, de muy adentro, pugna por salir, incendiandome la cara y convirtiendo mis pequeños antebrazos en auténticos troncos de roble.
Me paso la vida contando pero mi hilo musical no lo pone Marisol. Prefiero Ken Zazpi y Ruper. De su mano regreso a Araotz y pienso en las vías que me quedan pendientes para esta primavera.
El otro día y desoyendo mi rectitud filosófica entré una tienda de chinos. Revolviendo en una caja de imanes, ((me encantan y pueblan mi frigorífico dándole la vida que su interior no tiene)), a lo que iba, el otro día, revolviendo en una caja de imanes encontré éste que vereis a continuación. Inmediatamente me hice con él. Me encanta ese número en rosa, con un eguzkilore como el que da la bienvenida a mis huespedes en casa, con un duende escalando su oronda panza. Ojala este año regresemos a ese número mágico que abandonamos no por otra empresa menor, de nombre K y que pone siempre la sonrisa en nuestra cara.

martes, 8 de febrero de 2011

Yo tuve un sueño

Un día tuve un sueño. Consistía en encadenar todas las vías del nuevo muro equipado en el sector Tobías de Ramales. Y como en la mejor de las ensoñaciones, cumplí con un reto que me ha llenado de energía, para cuando vengan tiempos duros.
Pablo sigue ejerciendo de chico gri-gri, con lo cuál soy yo la que decide dónde ir y qué escalar. Este fin de semana, con la mejor de la meteorología pronosticada elegí, una vez más, la escuela cántabra por antonomasia.
Quería "concluir" con la media docenita de rutas abierta por José Carlos y Alfonso. Mi objetivo era encadenar. Si no se podía "a vista" hacerlo en pocos pegues. Tan sólo llevo una semana entrenando con lo cual la cosa pintaba complicada. Después de mes y medio parada, no las tenía todas conmigo.
Sin embargo, el entorno más que agradable, la compañía y la sensación de que querer es poder hizo que todo fuera sobre ruedas.
Entre el sábado y domingo, de una a una, solucionando los mil pasos que atesoran estas placas grises de gotas de agua y cantos dibujados fueron cayendo todas las líneas: Y Merche nos llamó, 6c+, La Pasiega, 7b, Amalia, 7a+. A cada cual más bonita y en las que no voy a decir que no tuve que apretar, porque en alguna Dios me vino a ver y mis chicos a animarme.
Cada una de ellas a vista y poniendo cintas a sus, en ocasiones, más de 35 metros. Tan largas que hasta deseabas acabar de una vez por todas, aunque la llegada a la cadena supusiera el fin de un sueño. En alguna la longitud es tal que incluso no faltó el destrepe de rigor para recuperar cintas, pues me fallaron los cálculos y no llevaba expreses suficientes.
De mi primera visita al sector tenía encadenadas las demás, El corner, 7a+, La primera luz del día, 7a, Mar Cantábrico, 7a, todas ellas también a vista, con lo cual he acabado con el murete con muy buen sabor de boca y mejor compañía.
P se dedicó a limpiar bases y cepillar pues no escala y K hizo su primera aproximación a la pared, un poquito a pie y otro en camión.

lunes, 7 de febrero de 2011

Esto no es Tailandia, pero casi

Playa y escalada. Toda una propuesta deliciosa. Ambas palabras nos transportan a lugares lejanos, ajenos, llenos de luz y de buenas sensaciones. Viajes que nos hacen hablar de Tailandia o Kalymnos. Lo que supone, tiempo y dinero.
Pero no tiene por qué ser así. Las fotos están tomadas en un lugar cercano, entorno que auna playa y escalada de dificultad. Se trata de la localidad costera de Oriñon, Cantabria. En el extremo izquierdo del arenal principal, siempre y cuando la marea esté baja, se puede disfrutar de media docenita de vías entre el 7b y el 8b. Cortas, intensas, a veces incluso rabiosas pero siempre muy sugerentes. Atención porque los seguros no son todo lo buenos que deberían. La influencia de la mar se ha hecho notar. Un par de ellas están reequipadas. A las demás buena falta le hacen esos químicos incorruptibles.
Después de escalar nos podemos refrescar en las aguas del Cantábrico. En las cercanías se encuentran las zonas de Turtzios, Liendo y Santullan ((estas dos últimas con restricciones. Sólo escalar de septiembre a enero)). También nos podemos pasar por Ramales, Socueva, Matienzo, San Roque de Miera y Merilla. En fin por oferta no va a ser.