lunes, 6 de mayo de 2013

Seguimos en la brecha

Miro la última entrada en el blog y compruebo que es del 15 de abril. Vaya, pues sí que ha pasado tiempo, sí. Aunque en lo que a nosotros se refiere no hemos dejado la cuerda para colgar los gatos. Ni mucho menos, pero poco había que contar.
Seguimos trabajando en el que será nuestro próximo patio de juegos vespertino. Bueno, nuestro y de todo aquel que quiera visitarnos. Una zonita ciertamente muy muy muy local. Advertidos estáis. Pero nosotros ahora que nos hemos alejado de la "casa del padre", nuestro querido Araotz, este lugar nos permitirá desfogarnos esas largas tardes que nos ofrece la primavera y el verano.
Además, teniendo en cuenta que le estamos pillando el punto a la playa, sobre todo uno que yo me sé, pues la combinación se nos hace muy apetecible. Escalada, equipamiento, lectura por la mañana. Playa por la tarde, con chapuzón incluido.
El lugar se merece al menos una visita. La rutas no te van a defraudar, eso seguro. Y si vienes te tendrás que mojar, no en el mar, si no en resolver la incógnita de su dificultad.
Vías de 30 metros de placa o placa ligeramente desplomada. De una resistencia superlativa, con sus pasitos de bloque que ponen a tono los antebrazos y de una elegancia, como sólo saben crear los maestros de la broca.
Yo ahí tengo mi "proyectito", que hasta el otoño no encandenaré. Pero no puedo sustraerme de probar, probar y volver a probar. Pero sobre todo ver que, a pesar de las circunstancias, progreso y avanzo milímetro a milímetro. Me encanta esa sensación de seguir en la brecha, de mortificar mis músculos y sentirme grávida-ingrávida a 30 metros del suelo. Es nuestra forma de respirar y sentirnos con vida.
Así pues, a pesar del cambio del eje de gravedad, a pesar del ardor de estómago, a pesar de los pesares y mal que le pese a quien le pese, pienso en mis proyectos de fin de verano, inicio de otoño y se me alegra la mirada.
Por cierto, Iban a ver cuándo te devuelvo el gato, que hace ya unas semanas que puedo ponerme unos míos, más viejos que la carracuca, pero que se dejan calzar. Es cierto que mi dedo sigue inflamado como una bota. Hasta el "perspicaz" traumatólogo me dijo, "hombre, muy buena pinta no tiene, pero parece que no ha soldado torcido". Le miro con cara de poker, a la vista de la tumefacción que presenta el dedillo, pero no digo nada. !!Qué vas a hacer!!. Si no se suelda ya se caerá.
Entre tanto, otros empiezan a ejercer y, la verdad, sorprende que siendo tan pequeños sean tan conscientes de lo que se les viene encima.
Como os decía, después de dos buenos pegues en los que he sumado dos cintas más encadenadas, a golpe de tambor, nos vamos a la playa. Allí neopreno en ristre nos metemos al agua. Unos disfrutan más que otros. Y como seguimos siendo monotemáticos, nos damos cuenta que lo que nos mira desde el cielo es San Pedro Atxarre, con unas vías que esperamos catar no tardando mucho.
Así que, Ibon a ver cuándo nos llevas a San Pedro. Ya ves, a nuestra edad y con estas carnes, seguimos con ganas de conocer otros territorios cerca del mar.