Desafortunadamente me gusta estar a 40 metros del suelo, que el cielo esté tormentoso y que el viento esparza mis pensamientos. Por eso mis incursiones en el mundo del boulder han sido escasas. En realidad casi nulas.
Esta pasada Semana Santa estando en Cuenca, despertamos un día con el diluvio universal. Decidimos poner pies en polvorosa y acercarnos a Albarracin, en una huída desesperada de la lluvia.Era nuestra primera incursión en este mundo y elegimos la meca del bloque. El bosque mágico, donde los colores se suman a los olores. Lugar fantástico, sólo le faltan las hadas y los elfos. Ideal con niños. Con una base buenísima y bloques de todas las dificultades, para todos sin excepción.
La única pega que le encontré fue que estaba muy muy muy guarro. ¿¿Qué pasa que nos gusta escalar con el entorno hecho una pena????. ¿¿Lleno de papelitos??. ¿¿Lleno de esparadrapos, colillas, papel albal y demás desperdicios...??. Que asco de verdad. Mención aparte se merecen las cagadas. Por favor, si estáis pasando unos días llevaros una azadita en la furgo y hacer un AGUJERO, que aquello parecía una letrina. Una auténtica pena. Me decepcionó tanto.No escalamos mucho, ni siquiera sabemos el sector y los bloques que hicimos. Pero estuvo divertido. No se podía hacer más a tan sólo tres grados y con K con sólo 13 meses. Al día siguiente nos volvimos a Cuenca donde ya había escampado y de nuevo se podía escalar y disfrutar de las placas al sol.
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