jueves, 17 de enero de 2013

!!!Ay, qué dolor, qué dolor!!!

Lo cantaba Raffaela Carrá, la marchosa rubia de trajes imposibles. El suyo era un dolor cornupetil... el mío es físico. Comienza en la cabeza y acaba en los pies. Me duelen los biceps, los triceps, los deltoides, los isquitibiales, los abdominales e incluso el esternocleidomastoideo. Me duelen las carnes, las pieles y los tejidos... Vamos que me duele tó... pero en mi caso no es porque hay un señor en el armario. Mi dolor es fruto de la etapa de volumen en la que nos encontramos.
Os relato. Lunes y miércoles, por la mañana tracciones y piscina, por la tarde panel... series y series hasta el infinito. Martes y jueves, por la mañana gimnasio, por la tarde de nuevo panel, un poco bloque y seguir dando vueltas como un triste roedor. El viernes algo de pisicina y el fin de semana escalar, si el tiempo lo permite, si no puede ser, pues vuelta al panel.
Con esta mochila a mis espaldas, es normal que me duela todo. Bueno todo no, las pestañas y los lóbulos de las orejas, de momento, se mantienen intactos. Entonces me dirés, "pues para" y yo contestaré "sarna con gusto no pica".
Así que en esas estamos acumulando movimientos. A veces, cuando estoy en medio de una "trave" en la que ya he perdido la cuenta de movimientos y minutos compruebo que mis brazos ya no pueden más, se me abren, se les escapa el flujo energético. Pero mi cabeza, dicen el músculo más poderoso del cuerpo humano, insiste, "venga sigue uno más, venga otro y otro"....  En ocasiones, aunque mi cabeza "píe" con su sempiterno "vamos vamos", mi cuerpo no da más de sí y me bajo de las presitas de colores muerta muertita.
Sabemos a ciencia cierta, que todo ello tendrá su eco en nuestra actividad vertical. Con esa fuente de motivación, a veces efímera, pero siempre latente, nos volvemos a calzar los pies de gato una y otra vez.
Cuando salimos a la roca. Más de lo mismo. El sábado pasado aún estando bajo la amenaza de la lluvia, y sin embargo, gozando del sol invernal, escalamos siete vías en Araotz. El pronóstico meteorológico era pésimo. De hecho cuando salimos de casa diluviaba. Habiamos visto en eltiempo.es que, de 12.00 a 17.00, se abría una ventana de buen tiempo. No me gusta hacerles publicidad, pero he de reconocer que acertaron. Con las mismas y como si fueramos alpinistas de élite hicimos nuestra incursión y solventamos con éxito. Escalamos a gusto, muy muy muy a gusto. Aunque parece que eso fue un episodio único en su especie, pues se ha instalado el reino de Mordor, entre nosotros, y no tiene visos de que la situación mejore.
Hasta que lleguen, pues, los tiempos de bonanza seguiremos paneleando, con estiramientos incluidos. De los mayores
y de los pequeños.
Aún nos queda alguna que otra semana con este plan, para luego meternos de lleno en un ciclo más resistente. Pero eso ya será otra historia.

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