La luna, el viento y el pintor cuidador de buitres

Estaba siempre esperando una señal. Un día concreto, preferiblemente que tuviera un siete en su haber, aceptando incluso que la suma de sus dígitos fuera siete, mi número favorito. Una noche de buen sueño, algo difícil de conseguir en estos últimos tiempos, en una casa alterada siempre por los lloros infantiles. Una palabra clave en el crucigrama. Un resultado concreto en ese cuestionario de clase. Un mensaje del cielo.... una señal que me advirtiera que ese iba a ser el día del encadene.
Quizá el amanecer que he visto hoy desde la ventana de mi habitación, rojo sangre sobre azul del mar, quizá ese era el anuncio de lo que estaba por venir. A pesar de su belleza, en ese momento sólo me acordaba del lumbago que me estaba atenazando la cintura. Quizá fuera la visita de los amigos, Xabi, Ibet y Unax, a quienes hemos podido coger el teléfono cuando nunca allá tenemos cobertura... Quizá esas fueran mis señales, porque hoy SI ha sido el día.
Han tenido que pasar las horas y el vendaval enfurecido, que sólo nos regalaba ráfagas de viento que nos dejaban sin aire y se llevaban la energía de nuestros dedos, para que, finalmente, quedara una tarde mágica, plena de ocres, con la luna como protagonista, en un más que hermoso Araotz.
Y no era precisamente el pegue del encandene, sino el de quitar las cintas, pues mañana se termina mi temporada, dejo de escalar, durante unas semanas. Necesito un descanso. Hacía tiempo que físicamente tenía asumido que podía hacerla, pues la había ascendido con una caída en numerosas ocasiones, incluso cayéndome en la cadena, por un enganchón tontorrón en el pantalón. Sin embargo, me podía la presión... Así pues hoy, cuando ya tenía asumido que la dejaba para el futuro me ha sobrevenido el punto rojo.
En soledad así he escalado, pues no quedaba nadie, más que un par de buitres que venían a saludarme a medida que avanzaba. P, el manager, por cierto otra nueva ruta para el sector, decide no animar. Sé que está conmigo pero prefiere dejarme sola ante el peligro, en silencio, en calma, con una leve brisa atenuando el calor que me embriagaba por la tensión del encadene. Sólo yo, la luna, el viento y mi corazón latiendo con furia, sin casi percibir  la dureza de sus pasos y sintiéndome ingrávida en esa placa, donde hay que saber bailar, como dice Aran.
No voy a negarlo pero me ha hecho una ilusión bárbara, porque el momento ha sido realmente embriagador. Ahora puedo colgar los gatos por unas semanas, en la cresta de la ola con un magnífico sabor de boca.
Me ha enseñado mucho esta ruta. Este camino en el que me he tenido que levantar una y otra vez, en el que al principio no entendía nada y luego como por arte de birli o birloque se hizo la luz. Me he caído tantas veces que no llevo ni la cuenta, me he desesperado, pero nunca, nunca, nunca me he desmotivado. He entendido, por fin, que la presión no es buena y que, de verdad, hay que disfrutar. HAY QUE DISFRUTAR. Esa es la clave, esa era la señal. No era otra.
Eta zuri, Paixi, zer esan. Eskerrik asko bihotz-bihotzez, egindako lanagatik. Badakit bloga leituko duzula eta albiste hau irakurri eta gero iribarre bat jarriko zaizula aurpegian. Badakit nik egitea nahi zenuela eta bai, badakit poztuko zarela, lagun. Plakataz akordatzen zara ezta, han sentitu dudana izugarria izan da: bakardadea, isiltasuna. Ezin azaldu...  Ez da izan nire lehenengo 8a, agian bai nire lehenengo 8a+, hala ere, bideak merezi izan du biziki eta "Saizain margolariak" asko irakatsi dit. Horregatik, orain nire begiak malkoaz beteta daude eta bihotza bularrean kabitu ezinik. Eskerrik asko benetan.
A mis chicos que, aún en silencio, sé que están ahí. Este es también su éxito.