Fin de semana en familia, que es además como hay que estar. Procedencias distintas, pero un mismo destino y un mismo fin: escapar del agua y disfrutar de la roca, de sus colores, de sus matices, sus formas. Escalar intensas líneas llenas de vida, la que cada uno aporta a las rutas.
Con las buenas noticias que nos ofrece Peio, nos acercamos el viernes a Etxauri. Desde la margen izquierda llegan Kapi y Lauri, desde Tierra Estella, Peio convertido ya en un habitual del roquedo y nosotros con la casa ambulante.
Aunque parezca increible y después de lo que ha llovido esta semana, todo está seco. Así que el sábado tenemos citas inexcusables con nuestros proyectos pendientes. No hay tiempo que perder.
Arrano Beltza nos espera con esas líneas trazadas por los maestros y con las que hemos soñado toda esta semana. Triunfamos todos. Aunque pueda parecer mentira. El primero Peio que se hace con Zuriñe Sorgine, va fino, muy fino. Es el turno de Pablo, que le pone el punto rojo a Baish Baish. Nunca defraudan sus encadenamientos, llenos de garra, dándolo todo. Soy la tercera en liza, con toda la presión, pues los chicos ya habían hecho los deberes. La Selek me espera tiesa con su paso definitivo a un metro de la cadena. No dudo un minuto, me encaramo segura y firme, por sus 25 metros de fisura, hasta el bloque. Llego al paso que ya me he visualizado encadenando. Los pies van al lugar preciso, cada una de las regletas se van sucediendo hasta alcanzar las gotas de agua. Un golpe de viento me ayuda a colocar el pie en el pico salvador, mano derecha al último crepe, dinámico a la regleta con izquierda y salgo a la cadena. Listo. Una más tachada y decotada tras el consenso general.
Lo celebramos en el bar como debe ser.
La noche es mala. Las lluvia retumba en el techo de la furgo durante horas. ¿Podremos escalar mañana?. Etxauri castiga pero no mata. Así que el domingo escalamos.
De vuelta a Arrano Beltza, de nuevo con Peio. Se nos suma también Iñaki. Atrás se quedan Kapi, Lauri, Lasa y Eva... en Gradas de Ciriza.
Nos acercamos a Susperraldia. Una locura de vía. Placa técnica, paso de bloque y de nuevo placa técnica. Terriblemente buena. Si fuera capaz de hacer el bloque... tan obligado.... tan morfológico... Dos pegues que sirven para demostrarme que tampoco estoy tan mal. Dos pegues para Pablo, que al segundo casi se la lleva con la afición gritando y animando como nunca. Tampoco es el día de Peio que tiene poca gasolina y es que era su cuarto día, ni para Txitxes que lleva dos semanas sin escalar, metido ahora en unos menesteres más prosaicos. Les queda pendiente Euskal Jai Bizirik.
Ahora me quedan tres semanas de encierro. Entre curro y cursillos no voy a tocar roca en 21 días. Sin embargo estoy llena de buenas sensaciones. Huele tan bien en Etxauri, que su mero recuerdo me da energía para pensar que quizá el otoño esté lleno de encadenamientos. Pero de momento cerramos el txiringo. Hoy entra en vigor el verano y el calor hará imposible deslizarse por estas placas.
Pero nada hace mella hoy en mi intención de entrenar para ponerme fuerte otra vez. Os despide K que como siempre se lo pasó genial con Eskel, Markus, las hormigas, las siestas... Todo tan nuevo para él.
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