lunes, 11 de marzo de 2013

Master of Stone

Ultimamente nuestros caminos discurren paralelos, pero no al mismo ritmo. Cuando una está motivada por escalar y no ve más allá de líneas más o menos verticales y la memoria ram sólo le da para memorizar pasos, secuencias y bloques, el otro se lesiona y le obligan a parar, en su caso, 30 meses. Y ahora que renace de sus cenizas, cual ave fénix, ((((que recurrente visión)))), la otra por motivos extraordinarios ha de hacer un parón transitorio. Aún así me apropiaré de sus éxitos, porque como coaching y animadora, parte de ellos son míos.
Todo esto viene a que, P hizo, el domingo, la primera de El manager. Una de las últimas rutas equipadas por él, en Mugarri. A falta de repeticiones, que no de probaturas, se plantea como 7c. Tras dos años y medio sin escalar, desde el 17 de octubre de 2010, resurge Mister Albatros y con él volvemos a estar en la cresta de la ola de la motivación. !!!Qué alegría!!!!.
La verdad es que el fin de semana se vislumbraba estupendo, con el anuncio de una meteo excepcional, que se cumple y nos insufla de ganas y energía. Regresamos a Mugarri y allí nos encontramos con viejos amigos, con los que antaño compartimos algún que otro éxito, muchos otros fracasos y sobre todo muchas risas y vivencias.
Como el sector estaba de bote en bote, tras calentar motores nos decantamos por El manager, una vía que bauticé con ese nombre en honor a P, pues aunque en los últimos tiempos él no escalase, siempre me buscaba, aunque fuera en teoría, la fórmula más óptima para encadenar una línea o hilvanar los pasos de una secuencia.
El elorriarra le vió color, mucho color. La falta de confianza en su operada muñeca le impidió encadenarla. Pero yo sabía que podía hacerlo. Confiaba plenamente en su saber hacer sobre este espolón fantástico de pasos largos, con alguna que otra "pequeña" alternativa para los "enanos", con siete cintas "resistentes" y seis más, gloriosas donde las haya y donde te reencuentras contigo mismo.
Yo la escalé como pude, pero  sobre todo gracias a Iban I. que me prestó su recién comprados lace up de five ten. El jueves me rompí el dedo meñique del pie. Se me puso tan negro, que pensé que me  lo tendrían que amputar. La cosa no ha ido a mayores, pero lo de escalar con mis "minimininos" era misión imposible. Iban se apiadó de mí y pude "hacer algo", que no es poco, debido a los motivos extraordinarios que me embargan.
La cuestión es que el sábado cerramos el sector y el domingo lo abríamos. A las nueve y media de la mañana estábamos allí. La invitación a comer en casa de la matriarca obligaba y a pesar de las "konguiciones" como decía nuestro amigo Iñaki, sólo podíamos escalar hasta las dos. Compulsiva y ferozmente calentábamos. No había tiempo para mucho.
Más cansado de lo que pensaba, P no las tenías todas consigo. "Que sí hombre. A veces te sorprendes a tí mismo y cuando más cansado crees que estás, vas y encadenas", le decía yo. Y así fue. Seguro, sencillo, sufriendo, pero disfrutando llegó hasta la cadena, contento de ver la luz al final del tunel. Feliz de regresar por sus fueros y que, frente a todos los pronósticos, ahora se le abren posibilidades infinitas. Por mi parte, sólo me faltó sacar los pompones para animar...
P escaló algo más, mientras Iña, probaba las medicinas de P y yo me quedaba con el buen sabor de boca de escalar y sumar metros y de no hacerlo tan mal, a pesar de todo. Me dejé sin encadenar el paso duro de El manager, pero me encalomé con solvencia por una roca que casi considero mía.
A ver ahora con qué nos sorprende P. ¿¿¿Será con otro milagro???.


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